Estas primeras palabras vibrarán en el Universo como la semilla de un nuevo sueño:
“La espiritualidad son todas aquellas herramientas no tangibles que hacen que el camino cobre sentido y el destino sea nuestra evolución”.
Que felicidad y honor poder inaugurar un nuevo canal de comunicación con esta comunidad de Trabajadores de la Luz tan hermosa! Sin saberlo, he estado escribiendo este blog a lo largo de los años durante mi camino por la vida. El bloque de notas en mi celular ha recogido todas las ideas, sueños, emociones y este blog ahora le da forma finalmente.
No podría empezar este nuevo recorrido que presentándome nuevamente, y compartiendo mi camino con ustedes .
¿Mi propósito? Acercarme más a ustedes, compartirles mi historia y el por qué estoy aquí. Y tal vez, con ello, tiende una mano a los que se sientan identificados, a los que están buscando un mensaje o los que se sientan solos en su propio camino espiritual.
Crecí en una escuela católica muy estricta. Probablemente conocí que había una fuerza creadora más grande que nosotros antes de aprender a contar o hablar fluidamente.
De chiquita siempre sintió que tenía una conexión especial con esta fuerza creadora. Le oraba todos los días en la mañana y en la noche, y le pedía y celebraba favores especiales, desde cosas pequeñas del día a día, a sueños del corazón.
Recibia mensajes que yo interpretaba como conversaciones, y mi conexión era tal que me causaba miedo sentir el llamado a dedicarle mi vida entera.
Esta conexión especial siempre me hizo sentir que era merecedora de lo que mi corazón deseara, y así manifesté desde pequeño todo lo que me propuse. Una carrera exitosa, una mudanza de país en mis 20, vivir en la ciudad de mis sueños estudiando el maestro de mis sueños, trabajos soñados. ¡En fin!
Sin embargo, ese camino me llevo a descubrir el ego, y mi hambre de reconocimiento me llevo directo al desden y vacío.
Empecé a sufrir ataques de pánico, depresión y ansiedad desbordada. Sin embargo, nada en mi vida había cambiado. Todo iba "como lo había visualizado" de pequeña , ¿cómo era posible?
Tenía todo lo que quería pero el vacio era cada vez más grande.
Recurri a terapia un par de veces, ya pesar de que me ayudo, no me dio todas las respuestas que buscaba.
Hasta que por fin decidí ver las señales. Recuerdo que en ese momento vi muchos números sincronizados a mi alrededor. Y en esos días una amiga me invita a participar de una meditación con ángeles.
“Meditar es de hippies, y eso de los ángeles no me cuadra tampoco” pensé. Hasta que baje la mirada y vi la dirección.
“111 NW 1st St, piso 1”, y decide confiar en la sincronicidad.
Ese día fue mi primer encuentro con la energía, con los centros de energía en mi cuerpo y un reencuentro con mis guías.
De ahí seguir confiando en las sincronicidades, conociendo personas, maestros y guías.
Entendí que mis ataques de pánico abrieron un portal energético muy grande en mi que me permitia acceder a los campos energéticos de las demás personas y sentir todo lo que ellos sentían. Al principio me costó mucho, porque no sabia diferencia r que emociones eran mias y cuales no.
Fue la búsqueda de protección de mi energía la que me llevó hasta los cristales.
Un amigo me llevó un día a una tienda en el centro de Miami. Al abrir la puerta , un festival sensorial me espeluznaría. Olor a incienso, piedras, plumas, santos. Todo lo que yo había rechazado mi vida entera ante mis ojos, y yo paralizada.
Mi amigo se rio y me busco un brazalete de ojo de tigre para proteger mi energía. La señora de la tienda, con cabello rosa y cristales adornando todo su cuerpo, me explicó las propiedades de la piedra y que debía hacer para conectarse con ella.
“¿Y no tiene nada más pequeño? No quiero parecer un chamán en la oficina” fue mi primera reacción.
Después de risas y explicaciones, Sali de la tienda con mi pulsera y un spray para relajarme.
Mi conexión con este cristal fue tan fuerte que busqué otro, y otro, y otro, hasta que tenia una colección completa.
Formaban parte de mi ritual para calmar mi ansiedad, proteger mi energía y observar mis pensamientos a través de la meditación.
Empece a conectar de manera diferente con cada uno, no solo de manera energética sino a nivel de conocimiento también. Deje de leer libros sobre ellos porque entendí que podía aprender mucho más de ellos al sentarme y experimentarlos.
Mi camino cobro sentido, y mi destino se convirtió en mi evolución.
Llegó un momento en mi vida en que sentí el llamado a compartir el conocimiento adquirido en esa época de transformación. Y de ahí nació Khemia.
Otra serie de sincronicidades me hizo descubrir y establecer relaciones directas con los mineros en distintas partes del mundo, y yo flui con ello.
Khemia no solo se convirtió en mi obsesión, sino también en parte de mi camino de sanación.
Hoy en día al mirar atrás y ver el camino recorrido, me siento muy agradecida por haber seguido las señales, la voz interna de mi corazón, y haber hecho el trabajo interno.
Khemia se convirtió en mi verdad, que evoluciona con mi caminar y tu caminar.
Nos vemos en el camino,
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